Parió un feto deforme
y engendró, éste,
una criatura exquisita:
La sangrienta pacificación
de los vencidos
propició el suicidio
de los conquistadores.
Sé que era escribir al abismo
que por su profundidad carece de eco
y que por ello resulta atractivo
aunque aún me domine la fobia del vértigo.
Sé que no cabía esperar ninguna respuesta
que mi mente se rige por patrones distintos
que todo en ti sigue el camino del desasimiento.
No esperaba respuesta, pero respondiste
aunque sólo fuera lo justo
para desconcertarme.
Siempre te ha resultado muy fácil lograrlo.
Sé que debía no haberte escrito
pero me sigue tentado tu aroma de muerte
que recuerda al sabor de tus pechos.
Sé que era más cómodo no haberlo hecho,
pero… aún me duele que no me respondas.
Niño de las cicatrices
¿cuándo crecerás?
Desde un penumbral de plata iridiscente
tocan a degüello todos los fracasos
formando una tortuga acorazada.
Van flanqueados
por los terrores nocturnos infantiles
que debí olvidar
pero no pude
permaneciendo emboscados
en algún recóndito lugar de mi cerebro.
El tiempo se dilata o se contrae
-también desaparece-
Daría cualquier cosa
por salir de este viaje
pero tendré que permanecer
en él durante un tiempo
tembloroso, amedrentado
como un perro
cubierto por una manta húmeda
mientras está siendo apaleado.