domingo, julio 31, 2005

Amor y niebla

Amar la niebla. Amar en la niebla.
¿Quién podrá preferir una muerte u otra?

Amo la niebla, es cierto, pero a la vez la temo.
Su umbrosa presencia invade mis ojos
te arranca de ellos sin misericordia
me purifica con el vapor de tus lágrimas
latentes entre silencios espesados de tiempo.

Amo en la niebla, es cierto, pero también me aterra.
Cómo golpea la angustia cuando ciega el futuro
y vuelve inmediato el final del camino:
avanzo a tientas, alcanzo tus ojos
y relleno con ellos mis cuencas vacías,
descarno las puntas de mis nervios ópticos
para provocar visiones de espasmo
de chamanes antiguos, de acidez recidiva.

jueves, julio 28, 2005

Metafísica Tabernaria

A Cecilio y su Nostromo
Reencuentro mi mente en las esquinas
quebrada por pensamientos al garete
que fluyen por celestes andurriales
donde los ángeles fornican con ninfómanas.

Deriva el pensamiento en una pena
más ligera que el alcohol en el que boga,
larvada, sin aliento, en el costado
compañera inmarcesible de derrota.

Destilado dolor impenitente
-tan perfecto, que existes por ti mismo-
al verte flotando por las mesas
te dedico un saludo empantanado
por el barro tedioso que el borracho
metaboliza en el fondo de su hígado.

El tiempo sustenta la vida y la condena
ilustrando al sesudo tabernero
para que prescriba
-con leyes tabernarias-
el parejo fin del vino y del dinero.

domingo, julio 24, 2005

jueves, julio 21, 2005

Lidia

Ancorada la luz en cada charco
refulges en ellos contrahecha.

Sensación de paz y su desdicha
que se aúnan en la última estocada
-compañera mortal de cada lidia-
que se siente acerada cuando entra
en la carne que besaste a borbotones.

lunes, julio 18, 2005

Aprensión

La calle me observa desde abajo
tranquila porque nadie la habita
soy su último eco
asomado a la ventana
sin razón alguna
o tal vez sí tenga razones
aunque yo no las sepa
o quizás sí las sé
pero quiero olvidarlas.

La calle me contempla
mirarla desde mi ventana.
Ella sabe el por qué:
un rumor en la sangre,
aprensión en el alma.

jueves, julio 07, 2005

El instinto y la luz

Estudio una noche de verano
con la ventana abierta.

Mientras enciendo un cigarrillo
un insecto entra revoloteando
y se acerca al flexo halógeno:
al tocar la bombilla se quema
y cae encima de la mesa.

Creo que está muerto,
pero al cabo de un minuto se recupera
y vuelve a volar hacia la luz.
De nuevo cae sobre la mesa,
se vuelve a recuperar
y su instinto lo lleva
tercamente a quemarse con la luz.

Esta vez cae sobre el cenicero.
Le apago el cigarrillo encima y sigo estudiando.

viernes, julio 01, 2005

Libros

Amarillean las hojas de los libros
que leí en tu presencia.

Alguna dedicatoria
me recuerda a la cifra de un conjuro:
-tu letra redonda se desvanece
desgastada la tinta por el tiempo-

Sé que sobrevives en algún lugar del mundo,
sé que respiras, cansada como entonces,
sé de tu piel de palo rosa
bruñida y cérea
-aceitada suavidad perdida-
sé de tu mirada marrón
de seriedad perenne
-alguna vez de risa-

Cuando mis amuletos dejen de ser míos,
porque yo ya no exista,
quizás te busquen como origen de su historia,
quizás prolonguen mi existencia
-en tu memoria-
quizás recuperen un sentido momentáneo
que será, al fin,
su único sentido.