Llegó un momento en el que quise hacer algo serio, pero en ese instante se acabó la botella. Entonces, quise escribir algo importante, pero el último papel ardía envolviendo marihuana.
Pensé enviar un mensaje en la botella: el mensaje final dictado por mi angustia. Lo pronuncié despacio, reverente y grave fue entrando letra a letra por su cuello.
La eché al mar –mas no encontré tapón alguno- y acabé hablando en el abismo.
2 comentarios:
la infinidad del mar..
lo llevara en si mismo..
...y a veces el abismo nos contesta y se halla la paz.
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