jueves, agosto 24, 2006

Forjas

Los hechos presentes pueden alterar la visión del pasado, pueden iluminarlo en una cuarta dimensión y mostrar lo que quedaba oculto tras las sombras. Durrell dice algo parecido acerca de su Cuarteto de Alejandría: tres visiones espaciales(Justine, Balthazar y Mountolive) y una temporal (Clea).

En Clea, si no recuerdo mal, desenamora de un plumazo al protagonista de un amor tan intenso como doloroso, el amor que siente hacia Justine. Cuando lo leí pensé que no era posible desinteresarse, de alguien a quien se ha amado, de un momento a otro, pero el tiempo me demostró estar equivocado: me pasó. Una situación sórdida hizo que instantáneamente perdiera la sensación de enamoramiento por alguien por quien pasé la primera gran depresión de mi historia. Esa vez estuve varios años afectado, pero sin recurrir a medicamentos: sólo usaba bourbon y una gran máscara de desapego, que en aquel momento sentía como auténtico, inevitable y perenne.

Pasó el tiempo y sobreviví, y ese mismo tiempo me demostró que estaba equivocado en mi equivocación: volví a sentir amor por aquella persona, quizás de otra índole, quizás menos vehemente, pero no menos intenso. Las circunstancias propiciaron un único encuentro íntimo y los dos comprendimos que habíamos calado hondo el uno en el otro, tanto que mi actual personalidad le debe mucho.

De aquella pérdida saqué la conclusión de que no existen atajos en la forja de uno mismo. Y la estoy poniendo en práctica.

jueves, agosto 17, 2006

Sudario

















Inútil corazón tullido
embárrate en tu sangre
y fabrica adobe de tu arena
y la broza de tus nervios.

Desángrate ya:
mañana será tarde
-sólo habrás ganado
un día de penumbra,
más huellas borradas por un viento
que voraz devorará lo indevorable-

Colapsa tu latido:
tu pulso destruye las paredes
que soñaste
fueran tu sudario.

jueves, agosto 10, 2006

Precisión

Todo funciona con una precisión insultante. Los relojes marcan inexorablemente el discurrir de las vidas. La soga no se parte, se parte el cuello del ahorcado. La fecha de la ejecución llega y la máquina funciona indolente. El cuchillo no rebotaría en mi piel y penetraría en mi cuerpo desangrándolo. La bomba explota y destroza por igual trenes y cuerpos. La energía cinética destruye coche y pasajeros de igual forma. Todo el flujo de pensamientos y sensaciones que ahora me recorren pueden ser destruidos en un instante.

Hasta el despertador o el teléfono no saben que estoy soñando contigo cuando te me arrebatan.