jueves, julio 07, 2005

El instinto y la luz

Estudio una noche de verano
con la ventana abierta.

Mientras enciendo un cigarrillo
un insecto entra revoloteando
y se acerca al flexo halógeno:
al tocar la bombilla se quema
y cae encima de la mesa.

Creo que está muerto,
pero al cabo de un minuto se recupera
y vuelve a volar hacia la luz.
De nuevo cae sobre la mesa,
se vuelve a recuperar
y su instinto lo lleva
tercamente a quemarse con la luz.

Esta vez cae sobre el cenicero.
Le apago el cigarrillo encima y sigo estudiando.

5 comentarios:

indah dijo...

Flexo halógeno, y terquedad. Y, bueno, el título no puede llamar a engaño, sólo un ser racional y joven, que ignora la bondad de casi todos los insectos, puede aplastar un cigarrillo sobre cualquira de ellos. Quizá nosotros somos una y aún así diversa variedad que forma una extensa (a nuestras cortita mirada) colección de insectos de otros seres, que al darse las mismas proporciones que existen entre insectos <--> hombre, no existen para nosotros.

Duro y negro poema, Carz. No por lo que dice, sino porque no es más que nuestro espejo: así somos. Así.

UMA dijo...

Carz: Fumas?, se muriò el insecto? ojalà no reencarne en insecto y vaya a parar a un cenicero;)Negro, pero, no lo tomarè en serio.

Carz dijo...

Querida indah, la bondad es un valor relativo. Es cierto que todo ser vivo tiene un lugar en el ecosistema y que ninguna especie es irrelevante, pero acabar con un insecto es normal en las zonas donde proliferan.... Mi sobrino fue educado en el vegetarianismo y respeto por la naturaleza y recuerdo que cuando le estaba picando un tábano (él tendría unos cinco años) me miró porque no sabía que hacer: entraba en conflicto el daño que le hacía y el “respeto a la vida" del chupasangre. Bueno, yo le di un manotazo al tábano y mi sobrino se sintió aliviado….

He de reconocer que era joven cuando pasó la historia del insecto coriáceo y terco. Y dudé un par de veces si acabar con el sufrimiento que “yo le suponía”, pero creí que el final de la historia no debía ser otro, porque en efecto, pensé que era una cruda metáfora de la vida (al menos de la mía).
Siempre un placer charlar contigo, aunque me regañes :-)

Carz dijo...

Querida uma, soy un fumador que hace más de un año y medio que no practica, pero que sabe que sigue siendo un fumador....
El insecto se murió, pero no estoy absolutamente seguro de haberlo matado yo, quizás llegara muerto al cenicero, porque cuando caía se quedaba un rato absolutamente inerte, y esa vez decidí que fuera la última.
Lo de la reencarnación, pues nuca se sabe, pero para mí está claro que no es posible, o sea, que yo me preocuparía de no caer en un cenicero siendo uma… la vida es una obra de teatro que nunca se estrena, sólo se ensaya.
Saludos desde mis dunas mediterráneas y algo solitarias.

indah dijo...

"Siempre un placer charlar contigo, aunque me regañes :-)"

Anda que... y ni siquiera era regañina. Se nota que nunca me has visto enfadada, no te imaginas el mal genio que tengo... puff. (Me dura dos minutos, eso es cierto, pero jobar ¡que dos minutos! :))

Y ahora debería darte un par de azotes por saltarte mis conclusiones: como los insectos somos tozudos, y como a ellos no atrae el peligro al que volvemos una y otra vez (hasta el momento, que se sepa, no hay burros con alas :). Somos adictos al riesgo. Quizá necesitemos una descarga de adrenalina para ser completamente conscientes de que estamos vivos. Hay más similitudes, así que mejor será que recemos (o lo que sea que hagan aquellos que no recen), para que no exista una mano grandota que por diversión o porque molestemos nos aplaste un cigarrillo encima.

Y sí, también para mí es un placer charlar contigo :))